La Tarea de Hoy

- Se me quedó - dijo Roberto en el auto. Roberto conducía un mazda rojo, ligeramente deportivo y como siempre, vestía de traje y corbata. Por supuesto, su apariencia hacía creer que se dirigía a una reunión importante y aunque podría no haber sido de ese modo, en esta oportunidad resultaba ser cierto.

- Vamos a tener que volver a la oficina - añadió mirando a Cristóbal, como elaborando una orden impronunciada e impronunciable.

Cristóbal era compañero de colegio de Roberto. Con el correr del tiempo lo había acompañado al preuniversitario, la universidad, el altar y ahora a la fundación de su propia empresa consultora. Tenían una historia juntos.

- Mira Roberto, llegamos, paras el auto en la entrada y yo me bajo a buscarlo. Cero atado.

Dicho y hecho. Cristóbal se bajó veloz y se dirigió con premura a la oficina. El portafolio estaba sobre el escritorio, junto a un marco de madera que Cristóbal se detuvo a contemplar por un segundo. Y es que era la foto de ella. Su amor de infancia. Su primera novia. La única mujer que realmente lo había comprendido.

- Antonia... - dijo Cristóbal al mirar la foto. Dió un suspiro extenso, profundo y se alejó apresurado, como corriendo o, tal vez, arrancando del retrado de la esposa de su mejor amigo.