Juegos de Tablero
Cuando chico, en uno de esos inviernos en que había mucha lluvia y no mucho que hacer en casa, recuerdo que como todos los sábados, fuimos con mis padres a la casa de mis abuelos. Siempre ibamos a almorzar. Y a veces, cuando mis papás querían salir y tener una noche libre, nos quedabamos ahí durmiendo.
Era en la calle El Tintoreto, atrasito del Estadio Español. Mis abuelos tenían una casa de dos pisos. Y con mi hermano nos tirabamos resbalando por unas escaleras de madera lisa, siempre perfectamente pulidas.
En esas tardes de ocio, con mi abuelo, exploramos el mundo de los juegos de mesa. Jugamos un juego de cartas que trataba sobre andar en auto. Y jugamos La Gran Capital. Pero el juego que más me llegó a gustar fue La Bolsa de Comercio.
Y no se si mi abuelo inventó parte de las reglas o no, pero lo pasabamos de maravilla. Eran los pocos momentos en esa edad en los que era amigo de mi hermano, y aunque jugabamos juntos, la pasábamos bien sin pelear.
Era un tiempo en que no existía el cáncer de mi abuelo. Un tiempo durante el cual el todavía vivía. Ahora él ya no está con nosotros. Se murió hace un par de meses. Pero me queda ese gustito por lo lúdico. Un gustito que he aprendido a saborear y a recordar con nostalgia.
De algún modo, esas personas queridas que pasan por nuestras vidas, nos dejan algo. Un recuerdo, un lazo. Un cable conectado hacia el recuerdo, que nos hace sentir un poco más cerca de ellos.
Seré pendejo. Seré infantil. Pero jugando me conecto con esas tardes de invierno, cuando tenía 5 años y mi abuelo vivía. Esas tardes de invierno con mi tata. Esas tardes con mi abuela y mi hermano, todos riendo y pasando un buen rato. Esas tardes en que todo era más sencillo.
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home